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Dehesas Extremeñas: La encina y el fruto de la bellota

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Cuando hablamos de Extremadura nos vienen a la cabeza multitud de bellos lugares y paisajes: El Valle del Jerte o el Parque Nacional de Monfragüe en Cáceres, el Pueblo Blanco de Fregenal de la Sierra en Badajoz y una zona geográfica clave para la comunidad al sur de esta provincia: Zafra.

Nuestra localidad se encuentra al sur de Extremadura, en la provincia de Badajoz. Zafra supone un punto estratégico de comunicaciones que une varias capitales provinciales y regionales. 

Un municipio que fusiona su papel industrial dentro de la región, con la variada oferta comercial y hotelera que nos ofrece. Caminando por sus calles, podremos deleitarnos con su increíble patrimonio histórico y disfrutar del encanto de su gente. 

Pero sin duda alguna, uno de los tesoros más preciados de esta bonita tierra son sus dehesas. Miles de hectáreas extendidas a lo largo de la Campiña Sur extremeña, que atraviesan preciosos municipios como Jerez de los Caballeros y Olivenza.

Extremadura es la capital mundial de la dehesa. España cuenta con más de un millón de hectáreas de este ecosistema. Diversidad biológica y cultural en un hábitat natural idílico diseñado y cincelado por el ser humano.

Verdes extensiones de olivos, pinares, pastos, quejigos, matorrales, y como no podía ser de otra manera, nuestras maravillosas encinas y alcornoques, que dan el fruto con el que se alimentan nuestros cerdos ibéricos.

Pastoreo del cerdo ibérico

En estos bellos parajes, donde las encinas dan el fruto de la bellota, se produce cada año un ritual ganadero llamado “Pastoreo”. Los cerdos ibéricos durante el otoño se alimentan de las bellotas que caen de las encinas, mientras los pastores llevan un exhaustivo control de los animales.

Gracias a las dehesas y el pastoreo, los cerdos ibéricos de pata negra no han llegado a extinguirse. Esta forma de crianza permite a los ganaderos engordar a los animales mediante una alimentación silvestre en plena naturaleza. 

Los cerdos de raza ibérica tienen una espectacular adaptación al medio. Fuertes, ágiles, con capacidad para recorrer extensos terrenos y cantidad de grasa bajo la piel para resistir las bajas temperaturas que se producen en zonas de elevada altura. 

El pastor vela por el bienestar del ganado. Como cuidador de los mismos, debe asegurarse que los cerdos no contraen enfermedades, evitar que sean atacados por otros animales y garantizar la calidad y cantidad de las bellotas con las que se alimentan los cochinos. 

Los cuidadores se encargan de guiar por la dehesa a los cerdos y deben procurar su óptimo crecimiento y desarrollo. Los cerdos ibéricos han de mantenerse sanos y alimentados con las cantidades justas de alimento, ni más, ni menos.

La montanera del cerdo ibérico

La fase final de la crianza del cerdo de raza ibérica. Durante el otoño y el invierno el cerdo se alimenta exclusivamente de las bellotas caídas de las encinas, leguminosas y pastos naturales. 

De este proceso, depende la calidad de los jamones ibéricos de bellota que nos brindan estos maravillosos animales. En este periodo, los cerdos pastan a sus anchas por la dehesa extremeña, donde comienza la tradicional fase del “engorde”. 

Cerdos Ibéricos Iberllota 

El cerdo ibérico es por excelencia uno de los animales que mejor representa gastronómicamente nuestra tierra. Para Extremadura es todo un símbolo de su cultura. La raza ibérica porcina (considerada la mejor a nivel nacional e internacional) se cría en dehesas extremeñas
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